La organización lanza esta llamada de atención cuando se cumple un año desde el primer acuerdo del Consejo Europeo sobre reubicación y reasentamiento de personas solicitantes de asilo. Según las cifras que aporta la Organización Internacional de Migraciones, en lo que va de año han muerto en aguas del Mediterráneo 2.954 personas, casi la misma cifra que las que han sido reubicadas. El Comité de Ayuda al Refugiado denuncia la “pasividad flagrante” de las autoridades.

En las últimas horas, Médicos sin Fronteras han informado de la localización de una embarcación con los cuerpos sin vida de 22 de personas, 21 mujeres y un hombre, en aguas del Mediterráneo. Otras dos barcas neumáticas transportaban a 209 personas entre las que se encontraban 50 menores de edad, de los cuales 45 no iban acompañados. Estas víctimas se suman a las casi 3000 que se han registrado en lo que va de año en el Mediterráneo y son los hechos que motivan las declaraciones de la secretaria general de CEAR, Estrella Galán, al referirse al balance de muertes hasta la fecha: “resultado doloroso y casi macabro”.

La organización ya habló de soluciones “insuficientes” cuando se aprobó el acuerdo, hace ahora un año. Medidas deficientes para una realidad que a la luz de las cifras de 2015, podrían superar el millón de llegadas. En palabras de Galán, “la UE no ha sido capaz ni ha tenido voluntad de poner ese pequeño parche ante un drama humanitario que afecta a millones de personas”. A su juicio, los líderes europeos están más centrados en tomar decisiones para impedir las solicitudes de asilo que en ofrecer medidas de acogida dignas.

Ante esta situación, CEAR reclama al Gobierno español que impulse que la UE asuma su responsabilidad y ponga los medios necesarios para agilizar estos procesos en su origen, así como aborde las causas de los desplazamientos forzados y “no recurra al chantaje de la cooperación con países vecinos condicionada al control de fronteras”. Para CEAR, los últimos acontecimientos en Turquía suponen una muestra más de que éste no es un país seguro y no ofrece “mínimas garantías de acogida” para los refugiados que sean expulsados desde Grecia.

Concluye en Sao Paulo el VII Foro Mundial Social de las Migraciones

Académicos, activistas, diplomáticos y especialistas de temas migratorios de diversos países se han reunido del 7 al 10 de julio en un evento que tiene sus antecedentes en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil, en 2001. Partiendo de la frase que hoy ya es máxima, “Otro mundo es posible”, las organizaciones y activistas allí reunidos/as vislumbraron la necesidad de una articulación social descentralizada e independiente de los Estados y Organizaciones Internacionales, en defensa de la vida de los colectivos más vulnerables, convencidos de que las estructuras neoliberales profundizan cada vez más el desequilibrio socioeconómico mundial excluyente. En concreto, la situación de especial vulnerabilidad hizo girar la mirada hacia los colectivos migrantes, atrapados tras las barreras jurídicas y sociales que enfrentan.

Una década después, el Foro Social Mundial de las Migraciones mantiene viva la premisa con la que nació, una “globalización de la solidaridad” en relación con las migraciones a nivel mundial, mediante el análisis, las discusiones y la acción popular.

Esta edición se ha celebrado en Brasil, el principal país regional receptor de flujos migratorios, poniendo el foco en las consecuencias que sobre otros países de la región tendrán las decisiones políticas que adopte al respecto.

El VII FFMM se ha articulado en torno a seis ejes de contenido: la crisis sistémica del modelo capitalista y sus consecuencias para las migraciones; resistencias y alternativas desde los sujetos migrantes; migraciones, género y cuerpo; derechos humanos, vivienda, trabajo digno, participación política y movimientos sociales; migración, derechos de la madre naturaleza, clima y disputas norte-sur, y derecho a la ciudad, inclusión social y ciudadanía.

“Migrantes construyendo alternativas frente al desorden y la crisis global del capital”

Es el lema con el que comienza la Declaración de la Asamblea de Movimientos Sociales del VII Foro Social Mundial de las Migraciones, celebrado en Sao Paulo. Los/as más de 3600 militantes y activistas de 57 países de todos los continentes, articulados en movimientos sociales, han querido remarcar que “la causa estructural del carácter forzado que ha asumido la migración, el desplazamiento y el refugio de millones de seres humanos en esta era, es la naturaleza brutal que ha asumido el capitalismo contemporáneo”.

Hablan de una escalada de agresiones a nivel planetario por parte del imperialismo estadounidense y sus aliados en el capitalismo central y periférico, enfrentando las tendencias de cambio que amenazan su hegemonía en el mundo. Una ofensiva orquestada por el estado imperial y el poder corporativo al que sirve, donde un puñado de empresas multinacionales concentra alrededor del 50% de la riqueza mundial, el 93% de las patentes globales y transacciones financieras que triplican el producto mundial.

“Los pueblos del Sur Global, de Asia, África, América Latina y el Caribe están siendo nuevamente cercados por la violencia y la guerra, la desestabilización económica y política, el saqueo de nuestros bienes comunes – tangibles e intangibles – por el extractivismo, el sometimiento de la soberanía de los pueblos a nuevos Tratados con pretensión geopolítica, la criminalización de la protesta social, así como innumerables muertes de migrantes en el Mediterráneo y fronteras del mundo; en suma, un cerco a los procesos que pueden dar lugar a un cambio sistémico y multidimensional”. 

En los seis ejes temáticos que recorre el documento de conclusiones, la Declaración manifiesta su apoyo a las reivindicaciones del Pueblo Palestino, el BDS y otras formas de resistencia. Solicita una declaración pública conta las políticas del Estado de Israel y hace un llamamiento a la unión internacional de las luchas y reivindicaciones de las/os migrantes y refugiados, y a consagrar el derecho a la libre circulación. Menciona y condena la invisibilidad a la que son sometidas las mujeres migrantes y la multitud de delitos de los que son víctimas directas, solicita la inclusión de la población LGTBI en una perspectiva de género inclusiva y garantiza el 50% de participación de las mujeres (in)migrantes y refugiadas en los órganos de organización y celebración de los Foros.

La Declaración no deja atrás las consecuencias del impacto ambiental de un modelo de producción y consumo que repercute sobre la naturaleza y sobre las personas, exigen que se reconozca la condición de desplazado ambiental forzado, garantizando un instrumento internacional específico para la protección de sus derechos humanos.

Por último, el documento aborda los derechos humanos, el trabajo digno, la educación y la vivienda, la participación política y los movimientos sociales de un modo multidimensional, dando prioridad a la crítica a todas las formas de violencia, discriminación y exclusión, que impiden su pleno disfrute de los derechos humanos. Contra el trabajo esclavo y el tráfico de personas, por modelos educativos no hegemónicos y por el derecho a la libre circulación con igualdad de condiciones. Así se expresa el documento que finaliza alentando el fortalecimiento de las redes de organizaciones de los y las migrantes, de centros de investigación y de cultura, creación de espacios interculturales, entre otras medidas, para cerrar la brecha entre los migrantes y la población local.

La Declaración final del VII Foro Social Mundial de las Migraciones finaliza con un llamamiento a la construcción de de una alianza entre movimientos sociales y autoridades locales para avanzar hacia una ciudadanía universal y formas alternativas para abordar las migraciones internacionales.

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