
Una economía humana, que tenga en cuenta las necesidades de cada individuo para vivir con dignidad: ésta es la idea fundamental del microcrédito. Una idea que está ganando fuerza, cambiando
poco a poco unas reglas del juego
económico que dejaban a los pobres
fuera del tablero.
A fuerza de resultados, y gracias al
entusiasmo y la dignidad de las personas que lo promueven, el microcrédito no deja de crecer a lo largo y ancho del mundo, influenciando políticas de interés
nacional y transformando empresas y organizaciones internacionales.