Son declaraciones de Maimunah Mohd Sharif, directora ejecutiva de ONU-Hábitat, a la Fundación Thomson Reuters. Puedes leer la entrevista aquí en inglés. Las cifras globales, según el recuento realizado por Reuters, asciende a 2,7 millones de personas afectadas por el virus en el mundo. Cerca de 190.000 personas fallecidas, la mayoría de ellas en Europa y Estados Unidos. Pero la enfermedad se extiende por África, Asia y América Latina, golpeando a países con sistemas de salud débiles que se enfrentan, entre otros desafíos, al acceso al agua y el hacinamiento, lo que hace que lavarse las manos y el distanciamiento social, sean un lujo.
La entrevista realizada por Thomson Reuters a la directora ejecutiva de ONU-Hábitat se produce la semana en que Naciones Unidas lanza un plan de 72 millones de dólares para luchar contra la propagación del nuevo coronavirus entre los mil millones de personas que viven en barrios marginales y asentamientos informales densamente poblados en ciudades de todo el mundo.
Según las palabras de la responsable mundial de ONU-Hábitat, la agencia se centra en cuestiones urbanas y COVID-19 es claramente una crisis humanitaria urbana, dado que más del 95 por ciento de los casos se dan en zonas urbanas, con casi 1.500 ciudades afectadas. De ahí la puesta en marcha de un Plan urgente de respuesta centrado en la adopción de medidas inmediatas en 64 países de zonas pobres y densamente pobladas.
Las medidas se concentrarán, en más de un 70%, en la mejora de acceso asequible al agua y saneamiento, garantía de transporte seguro, y apoyo a las iniciativas para proporcionar refugio temporal a las personas sin hogar, en los asentamientos informales.
La responsable de ONU-Hábitat, especialista en planificación urbana, analiza la situación actual subrayando el riesgo añadido que corren estos grupos de población “debido a la malnutrición, las enfermedades respiratorias crónicas, la tuberculosis, el VIH/SIDA y una mayor exposición a otras enfermedades relacionadas con prácticas de higiene deficientes, la exposición a los desechos y las aguas residuales, el hacinamiento, la vivienda inadecuada y la exposición a las inundaciones estacionales, las condiciones meteorológicas cambiantes”, entre otros riesgos. A ello añade los graves problemas económicos debido a la pérdida de ingresos, en contextos que, en su mayoría, dependen del trabajo diario informal. Medidas como los cierres, toques de queda, restricciones de transporte y cierre de empresas, obras y mercados producen una disminución de las oportunidades disponibles. En tercer lugar, la responsable de ONU-Hábitat los problemas sociales que podrían presentarse: la amenaza de disturbios y violencia relacionada con las medidas de aplicación de las medidas nacionales relacionadas con COVID-19 y el aumento de la violencia doméstica en todo el mundo.
En definitiva, en palabras de la responsable mundial señala las múltiples desigualdades, formas de exclusión y privaciones causadas por decenios de descuido y falta de inversión en la planificación, los servicios básicos y sociales, y los establecimientos de salud, y como contrapartida, afirma que “el no dejar a nadie atrás es aún más importante en estos tiempos, para el bienestar de todos/as y el control de la pandemia”.
En un continente como África, Maimunah Mohd Sharif afirma que muchos de los países están obedeciendo las instrucciones de los gobiernos en relación con el distanciamiento social y el lavado de manos, y que, cuando puede, la gente está usando máscaras y lavándose las manos. Se están movilizando para buscar el modo de acercar estaciones de agua para el lavado de manos y otras instalaciones. Sin embargo, el hacinamiento hace imposible el distanciamiento físico: “hay un gran número de personas que viven en casas y calles tan estrechas que el virus se extendería increíblemente rápido”, afirma la directora de ONU-Hábitat.
Frente a estas limitaciones, la responsable señala la buena organización y los conocimientos locales de gran valor que pueden facilitar contrarrestar estas limitaciones, y afirma que “si la comunidad puede permanecer unida, reconocer y valorar todos sus activos, y está más capacitada para actuar, entonces la respuesta y la recuperación serán más sostenibles”. Y concreta estas medidas afirmando que “ello significa asegurarse de que existan estructuras para la participación y el liderazgo de la comunidad, una protección plena contra los desalojos, servicios mejorados y asequibles, redes de seguridad socioeconómica, acceso a los alimentos y espacios localizados de atención y apoyo”.
Puedes leer la entrevista aquí en inglés